sábado, 13 de enero de 2018

A letter to Trump from a “shithole country” / Carta a Trump desde un “shithole country”


Dear Donald:
You asked why all these people from shithole countries are coming to your country. Well, I can answer your question: They believe in the United States, more than you do. You don’t believe that the United States became a great country because millions of people, from all over the world, have chosen to come to the United States, ready to work hard for their families, including those they left behind. You don’t believe in the American ideal of freedom and equality that keeps attracting people who live in poor countries where this ideal is only real for the privileged few. Those who truly believe in this ideal are those people from poor countries, who risk everything, including their lives, to come to the United States. Shit people who come from shitholes.


Encuentre la versión
en español de esta carta abajo


Well, Donald, have you never asked yourself why your grandfather Friedrich Drumpf came to the United States in 1885? He came, because back then Germany was a shithole even worse than El Salvador and Haiti are now for you. Why do you think millions of Irish, Italians, Germans and Norwegians left their countries to settle in the United States and built it into the great country you are trying to destroy? They came because they couldn’t make a living and find freedom in their shitholes, as you choose to call poor countries.

You asked yourself another question: Instead of all these people from shitholes like El Salvador and Haiti, why not bring people from Norway to the States? That’s also easy to answer: Because Norway is not anymore the shithole it was, when 4.5 millions of its people immigrated to the Unites States some 150 years ago. It may hurt your feelings, but today nobody from Norway will emigrate to your country, because this former shithole now guarantees its citizens a degree of freedom, wealth, security, health care and equality you can only dream of. So does most of Europe. So, forget about white well-educated people flocking into your country in order to make it great again. You’ll have to do with the people from shitholes. And let me tell you: They are the most motivated to work hard and defend American values.

You’re right: We have a lot of shit going on in our country: corruption, violence, bad leadership… and sometimes bad influence from the US. That’s why we often call our country even worse things than a shithole. We have the right to do that, you don’t. You can -and should- blame our bad leaders for all they’re doing wrong, but you can’t blame or hurt our countrymen, whose hard work in the United States is doing more to improve our country than our and your government together.

Excuse my English, but what can you expect
from people living in a shithole?

Regards,

44298-firma-paolo



Carta a Trump desde un "shithole country"

Estimado Donald:

Usted preguntó porqué toda esta gente de “shithole countries”, o sea países de mierda, vienen a su país. Bueno, yo le tengo la respuesta: Ellos creen en los Estados Unidos más que usted. Usted no cree que Estados Unidos se hizo un gran país porque millones de gente de todo el mundo decidieron emigrar a Estados Unidos, dispuestos a trabajar duro para sus familias, incluyendo los que dejaron atrás. Usted no cree en el ideal americano de libertad e igualdad que continua atrayendo gente que vive en países donde este ideal solo es realizable para una minoría privilegiada. Los que realmente creen en este ideal son los ciudadanos de países pobres, quienes arriesgan todo, incluso sus vidas, para llegar a los Estados Unidos. Gente hecho mierda de países mierda.

Bueno, Donald, nunca se preguntó porqué su abuelo Friedrich Drumpf vino a Estados Unidos en 1885? Vino porque en aquel entonces Alemania fue un “shithole” incluso peor que El Salador y Haití ahora. ¿Por qué cree que millones de Irlandeses, Italianos, Alemanes y Noruegos abandonaron sus países para ir a Estados Unidos y convertirlo en el gran país que usted está tratando de destruir hoy? Llegaron a Estados Unidos, porque en sus “shitholes, como usted llama a los países pobres, no podían sobrevivir, ni mucho menos encontrar la libertad.

Usted se hizo otra pregunta: En vez de toda esta chusma de “shitholes” como Haití o El Salvador, ¿por qué no traer a Estados Unidos a gente de Noruega? También es fácil de responder: Porque Noruega ya no es el “shithole” que fue cuando 4.5 millones de su población emigraron a Estados Unidos hace como 150 años. Tal vez le ofenda, pero hoy en día nadie va a emigrar de Noruega a Estados Unidos, porque este país ahora garantiza a sus ciudadanos un grado de libertad, prosperidad, seguridad, atención de salud e igualdad que usted solo puede soñar. Y así buena parte de Europa. Entonces, olvídese de masas de gente blanca y bien educada buscando Estados Unidos para hacerlo nuevamente un gran país. Tendrá que arreglárselo con gente de los “shitholes” del mundo. Y déjeme decirle: Son los más motivados a trabajar y para defender los “valores americanos”.

Tiene razón usted: Tenemos un montón de mierda que pasa en nuestro país: corrupción, violencia, pésimo liderazgo… y a veces malas influencias desde los Estados Unidos. Por eso, muchas veces llamamos nuestro país peores cosas que “shithole”. Nosotros tenemos el derecho de hacerlo, usted no. Usted puede -y debería- denunciar a nuestros líderes por todo lo que hacen mal, pero no puede culpar ni mucho menos castigar a nuestros compatriotas, cuyo trabajo duro en Estados Unidos aporta más a nuestro país que el gobierno nuestro y el suyo juntos.

Saludos,

44298-firma-paolo
(MAS! / El Diario de Hoy)

viernes, 12 de enero de 2018

La maldita dependencia de energía eléctrica importada. Columna Transversal

Tener que generar 25% de nuestra energía con plantas térmicas, que son caras y dañinas para el medio ambiente, es igual de indeseable que tener que importar otro 25%. Significa que solo logramos generar la mitad de la energía que consumen nuestros hogares y nuestras empresas con tecnologías amigables, rentables y económicas. 


A partir del año 2004, El Salvador logró liberarse de su dependencia de la importación de energía eléctrica. A partir de 2009, con el primer gobierno del FMLN, las importaciones comenzaron nuevamente a subir; y a partir de 2014, con el actual gobierno, aumentaron dramáticamente, a un 25% de nuestro consumo.

Aquí los números de la importación anual en GWh:
Screen Shot 2018-01-10 at 9.40.59 PM
Actualmente, tenemos que importar 25% de nuestra energía eléctrica, en comparación con un 22.42% proveniente de generación geotérmica, un 25.5% de generación hidroeléctrica, y otro 25.71% de generación térmica.

Es de hecho un doble fracaso: Tener que generar 25% de nuestra energía con plantas térmicas, que son caras y dañinas para el medio ambiente, es igual de indeseable que tener que importar otro 25%. Significa que solo logramos generar la mitad de la energía que consumen nuestros hogares y nuestras empresas con tecnologías amigables, rentables y económicas.

¿A qué se debe este fracaso? A malas decisiones e inversiones. En vez de invertir en la ampliación de la generación geotérmica, se decidió sacar del país y de su asocio con la Geo a la italiana ENEL. Pagamos 300 millones de dólares para la compra de acciones, más otros 100 millones despilfarrados en gastos legales para llevar litigios internacionales contra ENEL – y perderlas todas. Efecto: La generación geotérmica se quedó estancada.

Igualmente de errónea fue la inversión en la generación hidroeléctrica. La CEL invirtió más de 200 millones de dólares en la ampliación de la 5 de noviembre, consiguiendo un 80% adicional de capacidad instalada. Pero esta es un aumento teórico. En la práctica pasó los que muchos advertimos: esta ampliación, que trabaja con el mismo caudal limitado de agua que la presa original, solo agrega un 8.63% a la generación dela 5 de noviembre: unos 5GWh. Esto se refleja en ingresos adicionales solamente de 1.5 millones al año, lo que ni siquiera es suficiente para cubrir los gastos de mantenimiento y operación. En otras palabras, la recuperación de la inversión de 200 millones es nula y el préstamo tendría que pagarse con la generación de otras plantas existentes. Es obviar que no había que invertir en la ampliación, sino una parte de la suma gastada en mejorar el mantenimiento de las turbinas, y por tanto en su eficiencia de generación.

Es previsible que algo parecido pasará con el proyecto Chaparral, cuyos costos se han disparado a más de 300 millones, mucho más encima de su posible rentabilidad.

Así que por malas decisiones de las últimas administraciones en Casa Presidencial y CEL El Salvador dependerá, por buen rato más, de energía térmica y de electricidad importada. Ambas son caras y no permiten llegar a precios de energía que fomenten el desarrollo.

Lamentablemente, bajo los presidentes Saca, Funes y Sánchez Cerén se observa un retroceso en el sector energético, y las consecuencias son serias. Importar el 25% de nuestra electricidad implica favorecer la economía de otro país en detrimento de la nuestra. Estamos generando empleos e impuestos en Guatemala y no en El Salvador. Revertir esta situación, invirtiendo en generación de energía barata y sostenible, tiene que estar entre las prioridades de la siguiente administración que gobernará a El Salvador a partir de 2019.
(El Diario de Hoy)


jueves, 11 de enero de 2018

Carta sobre migración y globalización

La globalización es un proceso irreversible. Los gobiernos del mundo la abrazaron para facilitar el libre movimiento de capitales, mercancías, servicios y tecnologías y así asegurar el crecimiento económico. Pero siguen restringiendo el libre movimiento del otro factor decisivo: la mano de obra.

Los gobiernos facilitan la migración, cuando la necesitan. Estados Unidos trajo esclavos africanos y millones de inmigrantes alemanes, irlandeses, italianos a sus vastas tierras, porque sin ellos no las hubiera podido desarrollar. Tampoco la agricultura de EE.UU. funcionaría sin traer, año con año, millones de trabajadores agrícolas de México.

En los años de reconstrucción luego de la Segunda Guerra Mundial, Alemania abrió oficinas en los países del Sur de Europa para reclutar a millones de Gastarbeiter (trabajadores invitados). Sin ellos, el Wirtschaftswunder, el milagro económico alemán, hubiera sido imposible. Los sistemas de salud de Alemania, Gran Bretaña y Escandinavia colapsarían sin los médicos y enfermeras migrantes que los mantienen a flote.

Pero estos países no reconocen la migración –o sea, la libertad de movimiento de la mano de obra- como factor constitutivo del mundo globalizado, mucho menos como derecho. A lo contrario, Europa se redefine cerrando sus fronteras externas, con consecuencias fatales: miles de migrantes ahogados en el mar mediterráneo, y los países vecinos al Sur de Europa hundidos en caos, teniendo que albergar millones de migrantes vetados por Europa. Y en Estados Unidos, un presidente electo por una ola de miedos y resentimientos contra la globalización, sabiendo que no puede restringir la libre movilización de capitales y bienes, actuando contra los más débiles: los inmigrantes.

¿Qué tiene que ver todo esto con El Salvador? Pues, somos un país que necesita de la migración para sobrevivir, igual que en décadas anteriores países ahora desarrollados como Irlanda, España, e Italia. Los millones de salvadoreños que han emigrado no se fueron por la guerra, ni por las pandillas, aunque estos son factores coyunturales que pueden haber catalizado sus decisiones. Se fueron (y sieguen yendo), haciendo lo mismo que los capitales: fluir adonde hay más oportunidades. Lo mismo pasó en épocas anteriores con la migración del campo a las ciudades, en todo el mundo. En El Salvador, esta migración interna, aunque catalizada por la guerra y pandillas, también se hubiera dado sin estos fenómenos.

La migración es una tendencia estructural e irreversible. Las decisiones de los gobiernos anti inmigrantes, como en Estados Unidos, Gran Bretaña y muchos países del Oriente de Europa, no la pueden evitar, pero sí complicarla, provocando crisis humanitarias de grandes alcances. Como la que se dará si los 200 mil salvadoreños de hecho tendrán que salir de EE.UU. al vencerse el plazo de 18 meses.

La migración no es un privilegio que se puede conceder y suspender. Es una consecuencia de la globalización, igual que el movimiento de capitales y mercancías, con una diferencia: no tiene protección de tratados y legislaciones internacionales.

No perdamos tiempo con propuestas ilusorias y “planes B” engañosos que plantean generar aquí las condiciones para que los emigrantes regresen al país y ayuden a desarrollarlo. Ellos no quieren ni deben regresar, y ayudan al país desde sus nuevos destinos. Así que nuestras políticas tienen que defender su derecho de trabajar donde eligieron estar. Todo lo demás es paja.

Saludos,

44298-firma-paolo

Lea sobre el mismo tema:
La finalización del TPS. ¿Qué podemos hacer?
De Alberto Arene

(MAS! / El Diario de Hoy)

miércoles, 10 de enero de 2018

Carta a Carlos Calleja y Javier Simán: La fábula del escorpión

Estimados presidenciables:
La suspensión del TPS para los 200 mil salvadoreños era previsible. El racismo y la discriminación de inmigrantes es parte del ADN de Donald Trump.

El intento de voceros de ARENA de culpar al FMLN y su discurso rayado contra “los yanqui” no abona en nada para enfrentar la situación creada por esta decisión tomada. Es politiquería barata en tiempos electorales. Incluso sin las políticas del gobierno de Sánchez Cerén de alianza con Venezuela, e incluso si las gestiones de su canciller Hugo Martínez no hubieran sido tan torpes, Trump hubiera suspendido el TPS.

Hugo Martínez y muchos bien intencionados se empeñaron en convencer a Washington que suspender el TPS es contra sus propios intereses: el interés nacional de Estados Unidos de tener estabilidad al sur de su frontera, y el aporte de los migrantes a la economía norteamericana. Es como la fábula del escorpión y la rana: La rana se ofrece a pasar al escorpión al otro lado del río, pero a medio camino el escorpión le da su mordida letal. Ambos se van a ahogar. La explicación del asesino: “No puedo evitarlo. Es mi naturaleza”.

Vea este video del New York Times:
Their Status Is Temporary. But to Salvadorans, the U.S. Is Home.

Nunca se trató de tener una política de emergencia para evitar lo inevitable. Lo que necesitamos es una política coherente, capaz de influir en la opinión pública y la clase política de Estados Unidos para construir una reforma migratoria de fondo.

Pero ni el gobierno, ni la oposición la construyeron. Ahora nos quedan 18 meses. Este es el plazo que la administración Trump dio para que los 200 mil salvadoreños salgan de Estados – o que el Congreso resuelva el asunto.

El que tiene la responsabilidad ahora de enfrentar este reto, más que el gobierno del FMLN que ya va de salida, es ARENA. Y dentro de ARENA, los hombres que aspiran a ocupar Casa Presidencial a partir del 2019. Tienen que apartarse de la politiquería y comenzar a construir, desde ya, la política exterior y migratoria que necesita el país. De todos modos, el FMLN no está en condiciones de hacerlo: Tiene su propio ADN, que para el futuro de nuestros migrantes –y de nuestro país- es igual de dañino que el de Trump.

Ustedes dos, quienes disponen en EEUU de interlocutores serios, tienen la responsabilidad de construir, ¡desde ya!, los puentes y las bases sólidas de una futura política de Estado, ambos necesarios para aprovechar el plazo fatal de 18 meses. No pueden apostar a que el 1 de junio 2019, cuando quieren asumir la presidencia, pueden comenzar a resolver el problema.

ARENA y el FMLN, en los períodos que han gobernado, no se han manchado de gloria en esta tarea de establecer con Estados Unidos las relaciones y los acuerdos que garantizan a futuro los derechos de nuestros migrantes y nuestro interés nacional como nación que necesita que la migración siga funcionando como válvula de alivio la presión social.

Está en sus manos, señores. Si en este asunto de sumo interés nacional pueden actuar de forma conjunta, sería su prueba de madurez.

Saludos,

44298-firma-paolo
(MAS! / El Diario de Hoy)